HERENCIA AMENAZADA
Atentados contra obras del patrimonio moderno y contemporáneo.
por Rodrigo Apolaya
por Rodrigo Apolaya
La historia de la humanidad está llena de edificios que son testigos y testimonio de las culturas y de los eventos que han ocurrido a lo largo del tiempo. Al hablar de construcciones tan emblemáticas como Machu Picchu, las pirámides de Egipto o la Torre Eiffel uno puede ver que cada una de ellas nos cuenta de la sociedad que las produjo y el estado actual de cada una nos cuenta de la sociedad que somos.
Si el patrimonio cultural son aquellos bienes cuyo valor va más allá del asignado en el encargo original; este valor reconocido en los edificios parece dejar de atribuirse en cierto momento de la historia. El patrimonio arquitectónico es considerado solamente como edificios antiguos y no como edificios del movimiento moderno (caracterizado por exaltar las líneas puras y el carácter funcional de los edificios y la mejora de la sociedad a partir de la segunda década del siglo XX) ya que no llegan a ser parte del imaginario colectivo que conforma una sociedad. A causa de eso, se ha perdido el respeto por la obra moderna causando graves daños a la herencia cultural que dicha arquitectura nos puede dejar.
En la ciudad de Arles, al sur de Francia, está ocurriendo un real atentado contra una de las obras más emblemáticas de la arquitectura francesa de los años noventa. Arles es una ciudad conocida como la “pequeña Roma” por su gran cantidad de edificaciones históricas. En 1983 se convocó a un concurso para albergar la gran colección arqueológica de la ciudad. El ganador fue el arquitecto peruano radicado en Francia Enrique Ciriani, quien el mismo año recibiría el gran premio de arquitectura de dicho país por su trayectoria proyectual y su influencia pedagógica.
El proyecto se desarrolló durante 12 años llegando a ser considerada obra de interés de Estado por el gobierno de François Mitterrand. Al inaugurarse fue publicado en diversas revistas internacionales y llegó a ser finalista del prestigioso premio Mies van der Rohe el año 1996.
Aún con estos antecedentes, en diciembre del 2011 el concejo regional de Bouches-du-Rhône comenzó la construcción de 800m2 de ampliación para albergar una embarcación romana encontrada el año 2004 en el río Ródano. Esta ampliación rompe con elementos esenciales de la obra de Ciriani, quien no fue consultado antes de la modificación sino (sorpresiva y casi cínicamente) invitado a la ceremonia de la colocación de la primera piedra.
Las obras de ampliación han ocasionado ya la demolición de una parte de los 3 muros que dan la forma triangular y que conforman el recinto museístico. Dicha forma triangular estaba llena de significados (funcionales y contextuales) que hoy se debilitan al adherir un volumen de base rectangular que agrede uno de los ángulos. Cada uno de estos ángulos tenía un status particular ya que al estar los muros desfasados se desarrolla también una relación entre el interior y el exterior del proyecto.
Lo más preocupante es que se trata de una institución destinada a la preservación e investigación de los bienes culturales del lugar y que en ningún momento pensó en tomar la opinión del arquitecto o en estudiar bien el proyecto para plantear la ampliación. Actualmente personalidades del entorno arquitectónico francés se han manifestado para tratar de parar la construcción de esta ampliación alegando los principios del derecho de autor y el respeto patrimonial dado el valor del proyecto para la historia de la arquitectura francesa.
Muchos de estos casos están ocurriendo también en nuestro país. Este último mes hubo una manifestación a través de las redes sociales por la modificación del Hotel de Turistas de Chiclayo, obra del arquitecto Juan Benítez Dubeau en 1958.
Este edificio, que ya había sufrido una alteración el año 1996, forma junto a la residencial FAP uno de los representantes emblemáticos de la modernidad al norte del País. Su elegante proporción de volúmenes, cuerpo de cuatro alturas sobre zócalo y remate de pérgola en el nivel superior se han visto completamente alterados con el nuevo planteamiento de una cadena de hoteles dejándolo sin espíritu, sin el alma que le daba el valor histórico-arquitectónico.
Así se puede seguir nombrando claros ejemplos de modificaciones y demoliciones de obras importantes en el desarrollo de la arquitectura en el Perú. Desde el tan nombrado caso del pintado del Museo de la Nación que daño su fachada de concreto expuesto, la modificación del Centro Cívico perdiendo muchas de sus características urbanas y espaciales, la recientemente denunciada intervención a la Iglesia Matriz de Huacho reconstruyendo una innecesaria fachada antigua, etc.
Con estos argumentos no quiere decir que los edificios no deben cambiar pues éstos son parte de la ciudad y ella está en constante evolución. El problema radica en la falta de conocimiento del valor que cada uno de estos edificios aporta, la falta de estudio previo a la intervención y a la falta de un catálogo de las obras valiosas de arquitectura moderna para su posterior análisis.
Desgraciadamente muchas obras valiosas han sido ya destruidas por presión del boom inmobiliario que hoy existe. Sin el correcto inventario de las obras de principios de siglo XX, este período será un vacío en la cultura arquitectónica para las siguientes generaciones.
Winston Churchill, gran hombre de estado inglés y premio Nobel de literatura, dijo alguna vez: “Nosotros damos forma a los edificios, y luego ellos nos dan forma a nosotros”. Si seguimos permitiendo este tipo de intervenciones deliberadas y que deforman los edificios de mayor valor cultural, es importante preguntarnos y preocuparnos por cuál es la sociedad que se formará con ellos.
Foto 1. Proyecto original y proyecto de ampliación del Museo de Arles Antiguo al sur de Francia. Se aprecia la modificación del volumen triangular original. (blog: http://henriciriani.blogspot.fr)
Foto 2. Fotografía comparativa de los trabajos en cursos en el ángulo norte del museo con la demolición del muro perimetral. http://ciriani-en-arles.blogspot.com
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